viernes, 31 de mayo de 2019

LA NEUROCIENCIA TE DICE CÓMO HACKEAR TU CEREBRO PARA TENER ÉXITO


LA NEUROCIENCIA TE DICE CÓMO HACKEAR TU CEREBRO PARA TENER ÉXITO


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¿Cuál es el secreto del éxito? Algunos podrían argumentar que las personas exitosas tienen actitudes como tener visión, mostrar gratitud, ser honestos, aprender del fracaso y tener una gran inteligencia emocional.

Aunque estos rasgos juegan un papel en el éxito, el verdadero secreto viene de la ciencia, particularmente en los avances en neurociencia, y en cómo puedes condicionar tu cerebro para alcanzar tus sueños y metas.

La neurociencia del éxito puede ser complicada, pero trata sobre cómo funciona tu cerebro en tres áreas: sistema de activación reticular (RAS), la liberación de dopamina y tu memoria. Si no eres una persona de ciencia, trataré de hacer todo esto lo más digerible posible.

El sistema de activación reticular
Localizado en la base del cerebro donde se conecta con la médula espinal, aquí está una de las partes más importantes del cerebro: el sistema de activación reticular.

El RAS influye la cognición y es básicamente un filtro de los aproximadamente ocho millones de bits de información (subconscientemente) flotando en nuestro cerebro. En otras palabras, elimina el ruido blanco. Cuando un mensaje pasa por el filtro RAS entra en el cerebro y luego se convierte en pensamientos conscientes, emociones o incluso ambos.

Como explica Ruben Gonzalez, autor de El coraje del éxito, “aunque el cerebro es el centro del pensamiento, no responde a un mensaje a menos que el RAS lo permita. El RAS es como Google. Hay millones de sitios web ahí, pero filtra a aquellos en los que tú no estás interesado simplemente cuando escribes en el teclado”.

Entonces, ¿qué mensajes reciben? Casi sólo los que son de hecho importantes para ti. Por ejemplo, si estás enfocado en preparar un discurso entonces tu RAS va a filtrar los pensamientos que van a hacer de tu presentación un éxito, tales como las herramientas y recursos que necesitarás para dar un discurso memorable.

Como Gonzalez agrega, “esto significa que mientras mantengas tus metas ‘hasta arriba de tu mente’, más trabajará tu subconsciente para alcanzarlas. Es por eso que se recomienda escribirlas cada día, ¡visualizar tu resultado deseado y regularmente decir afirmaciones es muy importante! Hacer estas cosas realmente ayuda a enfocar tu mente subconsciente en lo que es importante para ti”.

Círculos de dopamina
Mientras el RAS puede ayudarte a centrarte en el resultado deseado, la liberación de dopamina es lo que hace que el éxito se sienta tan bien.

Como escribió recientemente Mark Lukens, cofundador de Method3, “cuando tenemos éxito en algo, nuestro cerebro libera recompensas químicas, la más importante de ellas es el neurotransmisor dopamina, un químico mejor conocido por el papel que juega en adicciones y uso de drogas”. La dopamina, a pesar de su asociación negativa, “es una parte natural de cómo funciona nuestro cerebro, produciendo la sensación de placer con lo que sea que pruebes, café o chocolate, o cuando logras una gran ganancia”.

Por eso, hace sentido que “la dopamina esté fuertemente conectada a la motivación, llevándonos a repetir los comportamientos que crean ese ajetreo, incluso cuando no estamos esperándolo”. Sin embargo, la respuesta a la dopamina es a corto plazo, pero cuando nuestro cerebro recuerda qué tan asombroso fue antes, tratamos de traerla una y otra vez más.

Es entonces cuando los círculos de dopamina entran en escena. Después de experimentar éxitos repetidos, el placer que tuviste inicialmente es cada vez más pequeño. Piensa de esta manera: Después de que has terminado un videojuego, no se siente tan bien la segunda o la tercera vez, ¿cierto? Es cuando buscas recompensas más grandes, como desbloquear trofeos o nuevos personajes.

Por ejemplo, si tu meta fue adquirir tres nuevos clientes en dos semanas, entonces la siguiente meta debería ser adquirir seis en una semana. Todo es lo mismo, excepto la tarea más desafiante y gratificante de duplicar tus clientes. Como un beneficio añadido, esto también te ayuda a eliminar el trabajo y las metas que no son motivadoras para ti o tu equipo.

Recuerdos
Los neurocientíficos han estudiado la forma en que el cerebro recupera los recuerdos para determinar el éxito.

Piensa esto por un segundo. ¿Esa vez fuiste en bicicleta de montaña y tuviste una caída desagradable? Esa fue una mala experiencia que podría desanimarte a andar en bicicleta de montaña de nuevo, al menos en el futuro previsible. Lo mismo ocurre con el inicio de un negocio. Ha fallado y ahora estás más vacilante acerca de tomar ese riesgo de nuevo.

Los científicos, sin embargo, encontraron que pueden editar esos malos recuerdos y remover las asociaciones negativas. De hecho, esta terapia de memoria se usa para tratar a pacientes con PTSD (trastorno por estrés postraumático). Tú puedes también editar los buenos recuerdos para tener futuros éxitos.

En cuanto a fortalecer tus recuerdos, recuerda los buenos momentos tan brillante y fuerte como sea posible, como ver una película en pantalla IMAX. Agrega cómo te hizo sentir esa experiencia por cinco o 10 veces. Ahora deberías sentirte en la cima del mundo. Utiliza eso para motivarte hacia adelante.

Hackea para volver a cablear tu cerebro para el éxito

La buena noticia es que tú puedes renovar la instalación eléctrica de tu cerebro para ser más exitoso. De hecho, de acuerdo con el neurocientífico Michael Merzenich, toma sólo 30 horas de entrenamiento basado en técnicas específicas de neurociencia para mejorar la memoria y la cognición, patrones de discurso y comprensión de lectura.

Yo sé, puede sonar mucho. Pero, es sólo una hora al día en un mes para tener una vida llena de éxitos. Pienso que vale totalmente la pena. Y, la mayoría de los entrenamientos consisten en simples tareas como:

Ejercicio y meditación. El ejercicio libera endorfinas, las cuales pueden ayudar a resolver problemas y el incremento de la creatividad. La meditación puede ayudarte a conseguir calma interna y romper tus barreras mentales y limitaciones.

Consume una dieta rica en omega 3 y grasas sanas. Esto puede ayudarte a mantener los niveles de dopamina activos en tu cerebro, al mismo tiempo que incrementa la circulación cerebral.

Afirmaciones de precisión. “Todos hemos oido afirmaciones: repetir enunciados positivos a nosotros mismos para creerlos”, escribe John Assaraf, CEO de NeuroGym. “Mientras eso podría sonar bien en teoría, hay frecuentemente una severa falta de especificidad que puede entorpecer los resultados”. En cambio, “hacer una oración clara y definitiva sobre ti mismo como si en realidad fuera cierto, tu mente subconsciente se queda a cargo y actúa de acuerdo a esa creencia”. Esto “imprimirá estas creencias en nuevos caminos neurales”.

Di tu “objetivo principal” cada mañana y noche. Basado en la obra de Napoleon Hill, Piensa y crece rico, “un objetivo principal definido es una declaración específica y claramente definida de propósito”, escribe la Dra. Julie Connor. “Tiene el poder de guiar a su mente subconsciente. Transforma tu actitud desde el pesimismo en una expectativa positiva. “Escribe tu propio “objetivo principal” y dilo en voz alta cada mañana y noche. Cuando empecé mi empresa de factura, empecé cada día diciendo que me convertiría en el mejor en esto. No bastante allí, pero llegar allí.

Duerme lo suficiente. Asegúrate de dormir 6 horas y media a 8 horas de sueño cada noche, así estarás más atento y enfocado.

15 minutos al día. Dedica 15 minutos de tu día para aprender algo nuevo o dominar una habilidad que ya tienes. Tendrá un impacto positivo en tu cerebro.

Remueve de tu entorno el estrés y la negatividad. De acuerdo con Robert Sapolsky, un profesor neuroendocrinólogo de la Universidad de Stanford, “el estrés puede no sólo ser detenido, sino revertir una vez la fuente, psicológica y física, ser removido o suficientemente reducido”. En otras palabras, el ambiente físico alrededor de nosotros juega un papel muy importante en la salud de nuestros cerebros.

Visualización. “La visualización es una poderosa herramienta para retener tu mente subconsciente porque te permite sentir y experimentar una situación que no ha pasado todavía, como si fuera real”, escribe Assaraf. En corto, “si eres capaz de verte genuinamente a ti como exitoso financieramente, tu subconsciente procesará eso como realidad”.




jueves, 30 de mayo de 2019





¿Los hijos aprenden más con premios o con castigos?


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“Me invade un auténtico pavor a medida que se acerca su hora de dormir: ‘Aquí vamos de nuevo’”.

Eso dijo un papá en en el centro minful para terapia familiar para describir el espectáculo que montaba su hijo antes de irse a la cama. El niño enloquecía más y más conforme se acercaba su hora de dormir, ignoraba con necedad las instrucciones de sus padres y hacía una enorme rabieta con tan solo escuchar la palabra piyama. Los padres se sentían frustrados y desorientados.

La pregunta que nos hicieron es una que escuchamos muy a menudo: ¿debían ser severos y prohibirle ver sus dispositivos electrónicos cuando se comportaba así (castigos)? ¿O idear un sistema con calcomanías y premios para persuadirlo a comportarse bien (recompensas)?

Muchos padres crecieron con castigos y es comprensible que se valgan de ellos. Sin embargo, los castigos tienden a intensificar el conflicto y bloquear el aprendizaje. Provocan una reacción de lucha o huida, lo que significa que el pensamiento sofisticado del lóbulo frontal se nubla y se activan los mecanismos básicos de defensa. Los castigos nos llevan a rebelarnos, avergonzarnos o enojarnos, a reprimir nuestros sentimientos o idear cómo evitar que nos descubran. En este caso, la resistencia absoluta de quien tiene 4 años llegaría a su punto máximo.

Entonces las recompensas son la opción más positiva, ¿cierto?

No tan rápido. Las recompensas son más bien las gemelas engañosas de los castigos. Son atractivas para las familias (y es comprensible) porque pueden mantener a un niño bajo control temporalmente, pero el efecto puede desvanecerse o incluso ser contraproducente: “¿Cuánto me vas a dar?”, le dijo su hija a una clienta, según nos contó, cuando le pidió que ordenara su cuarto.

Las recompensas son más bien las gemelas engañosas de los castigos.

Los psicólogos han sugerido durante décadas que las recompensas pueden reducir nuestra motivación y gozo naturales. Por ejemplo, los niños a los que les gusta dibujar y, bajo condiciones experimentales, reciben una paga por hacerlo, dibujan menos que los que no reciben nada. Los niños a quienes premian por compartir lo hacen menos, etcétera. Esto es lo que los psicólogos denominan como “efecto de justificación excesiva”: la recompensa externa eclipsa la motivación interna del niño.

Las recompensas también han sido relacionadas con la disminución de la creatividad. En una serie clásica de estudios, se le dio a la gente un conjunto de materiales (una caja de tachuelas, una vela y un paquete de cerillos) y se le pidió que encontrara la manera de adherir la vela al muro. La solución requiere de un enfoque innovador, es decir, ver los materiales de una manera que no se relacione con sus propósitos (la caja utilizada como un portavelas). Las personas a las que se les dijo que recibirían una recompensa por resolver este dilema tardaron más en hacerlo, en promedio. Las recompensas limitan nuestro campo de visión. Nuestros cerebros dejan de cavilar con libertad. Dejamos de pensar profundamente y no vemos las posibilidades.

La idea general de los castigos y las recompensas está basada en suposiciones negativas acerca de los niños; que debemos controlarlos y moldearlos y que no tienen buenas intenciones. No obstante, podemos darle la vuelta a esa forma de pensar y ver a los niños como capaces y programados para ser empáticos, cooperar, trabajar en equipo y esforzarse. Esa perspectiva cambia, de manera poderosa, nuestra manera de hablar con los niños.

Las recompensas y los castigos son condicionales, pero el amor y la opinión positiva sobre nuestros hijos no deberían serlo. De hecho, cuando somos empáticos y realmente escuchamos a nuestros hijos, es más probable que ellos nos escuchen. Aquí compartimos nuestras sugerencias para cambiar la conversación y la conducta.

Buscar el trasfondo
Los niños no golpean a sus hermanos, ignoran a sus padres ni hacen berrinches en el supermercado solo porque sí. Cuando nos enfocamos en lo que realmente está sucediendo, nuestra ayuda es más significativa y duradera. Incluso solo intentar ver lo que hay en el fondo hace que los niños bajen un poco la guardia, estén más abiertos a escuchar límites y reglas y sean más creativos para resolver los problemas.

En lugar de decir: ¡Pórtate bien con tu amigo y comparte, o no podrás ver tele ni usar tu tableta más tarde!

Puedes decir: Hmm, todavía estás pensando si compartir tu nuevo juego para armar. Lo entiendo. Es difícil compartir al principio y te sientes un poco enojado. ¿Se te ocurre un plan para que puedan jugar con él juntos? Dime si necesitas ayuda.

El llanto, la resistencia y la agresión física podrían ser solo la punta del iceberg. Bajo la superficie puede haber hambre, falta de sueño, exceso de estímulos, sentimientos fuertes, cambios por una habilidad en desarrollo o la experiencia de un nuevo ambiente. Si piensas de esta forma, te conviertes en un compañero que lo guía, en vez de un adversario que lo controla.

Motivar en lugar de premiar
La motivación es muy buena, cuando tiene el mensaje subyacente de: “Confío en ti y de verdad creo que quieres cooperar y ayudar. Somos un equipo”. La diferencia entre esto y ofrecer recompensas cual carnadas es sutil pero muy poderosa.

En lugar de decir: Si limpias tu cuarto, podemos ir al parque. Así que más vale que lo hagas, o no hay parque.

Puedes decir: Cuando tu cuarto quede limpio, iremos al parque. Tengo muchas ganas de ir. Avísame si necesitas ayuda.

Ayudar en lugar de castigar
El concepto del castigo conlleva un mensaje de: “Necesito hacerte sufrir por lo que hiciste”. Muchos padres en realidad no quieren comunicar eso, pero tampoco quieren parecer permisivos. La buena noticia es que puedes mantener los límites y guiar a los niños sin castigarlos.

En lugar de decir: No te estás portando bien en la resbaladilla, entonces ya no vas a jugar. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?

Puedes decir: ¡Estás algo inquieto, ya me di cuenta! Te voy a bajar de esta resbaladilla porque no es seguro jugar así. Vamos a otro lugar para calmarnos.

En lugar de decir: Fuiste grosero conmigo y dijiste groserías. Eso es inaceptable. Te voy a quitar el teléfono.

Puedes decir: Vaya, estás muy molesto, lo puedo notar en tu voz. Para mí no está bien que uses esas palabras. Vamos a guardar tu teléfono por ahora para que puedas tener algo de espacio en tu mente para pensar. Cuando estés listo, platícame un poco más sobre lo que te molesta. Juntos veremos qué podemos hacer.

Despierta su interés por trabajar
Los humanos no son perezosos por naturaleza (no es un rasgo adaptativo) y los niños, en particular, no lo son. Nos gusta trabajar arduamente si nos sentimos parte de un equipo. Los niños pequeños quieren ser miembros competentes de la familia y les gusta ayudar si saben que su contribución es importante y no puro teatro. Deja que te ayuden de una forma real desde sus primeros años, en vez de asumir que necesitan algún otro tipo de distracción mientras tú haces todo.

Organiza una junta familiar para pensar en todas las tareas diarias que la familia necesita realizar. Pídele ideas a cada miembro de la familia. Haz una tabla para los niños (o deja que ellos la hagan) con un espacio para marcar cuando se hayan realizado las tareas.

En el caso del niño reacio a dormir, cuando los padres vieron lo que había detrás, lograron un gran avance. Resultó que su hijo estaba exhausto, así que prescindieron de algunas de sus actividades y se aseguraron de reservar un tiempo para que se relajara en las tardes. Cuando empezaba a alterarse, su mamá lo envolvía en su toalla de baño y le decía que era su burrito favorito. Ella admitió que para él era difícil cuando ella tenía que trabajar hasta tarde: “Tal vez te sientes triste porque no he estado contigo a la hora que tienes que irte a la cama en las últimas semanas. Yo sí me he sentido triste. Oye, ¿qué tal si leemos tu libro favorito esta noche?”. Hicieron una tabla para enlistar cada paso de su rutina y le pidieron su opinión. Con el tiempo, dejó de resistirse y el ambiente a la hora de irse a dormir pasó del pavor a una conexión y un goce verdaderos.

Sin importar lo irracional o difícil que parezca un momento, podemos responder de maneras que expresen: “Te veo. Estoy aquí para entenderte y ayudarte. Estoy de tu lado. Vamos a encontrar una solución juntos”





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