viernes, 12 de julio de 2019

Las heridas emocionales de la infancia y sus consecuencias


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Las heridas emocionales de la infancia y sus consecuencias




Antes de convertirnos en adultos, todos hemos sido niños, todos hemos estado condicionados, de una manera u otra, por el entorno familiar en el que crecimos. El adulto en el que nos hemos convertido es el resultado de experiencias vividas desde una edad temprana. Sobre todo, los traumas y heridas del pasado tienen una enorme influencia en nuestra vida actual.

Heridas emocionales en la infancia
La personalidad de un adulto a menudo está determinada por una lesión emocional o una experiencia dolorosa de la infancia. A continuación, conoce los cinco tipos de heridas infantiles que condicionan nuestra vida como adultos:

1. Miedo al abandono
Un niño que ha sido abandonado cuando crece, a menudo experimenta un gran miedo a la soledad en la edad adulta. Sobre todo, sus relaciones estarán condicionadas por el temor de poder volver a experimentar el abandono, por el temor de ser dejado por la pareja. Lo cual lo puede llevar a experimentar relaciones de pareja dependientes.

Podrían desarrollar un escape de una relación o evitar relaciones íntimas como mecanismos de defensa para evitar lidiar con el ser abandonado. El miedo al abandono está tan profundamente arraigado como para condicionar su comportamiento relacional en forma de celos intensos y “caprichos”. Hasta que no se aborde la idea de quedarse solo, se asustará ante la mera percepción de ser abandonado o traicionado.

2. El miedo al rechazo
Cuando un niño se siente rechazado por sus padres al no sentirse querido, sentir que no le prestan atención en el hogar por sus compromisos escolares o, debido a la marginación y al acoso escolar, se crea una herida profunda que hace que esa persona se considere indigno de cariño.

Es un adulto que desarrolla la convicción de que no es digno de ser amado, que acepta una experiencia de soledad, de un vacío interior que lo lleva a aislarse. Un niño que ha experimentado el rechazo se convierte en un adulto tímido, autónomo y esquivo.

3. Humillación
Cuando un niño se siente tratado como un inútil por sus padres. Las críticas y las devaluaciones amenazan el desarrollo de una autoestima sana e integrada. Es un niño que ha sido persuadido, con crítica y desaprobación, a creer que no vale nada.

En la edad adulta se encontrará a sí mismo como una persona insegura, luchando por asumir la responsabilidad y tomar decisiones. Continuamente necesitará el apoyo y la seguridad de los demás, ya que habrá desarrollado un estilo de personalidad dependiente.

Puede que no solo haya internalizado un fuerte componente crítico hacia sí mismo, en lugar de animarse a sí mismo y creer en su propio potencial, sino también probablemente la tendencia a criticar, humillar a otros o percibir a otros como jueces.

4. Traición o temor a confiar
Los padres a menudo tienden a prometer ciertas cosas a sus hijos. Cuando estas promesas no se cumplen, el niño se siente traicionado e indigno de lo prometido. Estos sentimientos negativos llevan a desarrollar una personalidad manipuladora, con un carácter fuerte, que quiere tener y controlar todo.

Las personas que han tenido tales problemas durante la infancia carecen de tolerancia, paciencia y buenos modales. Deben trabajar en la capacidad de tolerar la frustración y aprender a delegar responsabilidades.

5. Injusticia
Cuando un niño ha crecido con padres autoritarios, fríos y exigentes. Este es un niño en el que se han proyectado fuertes expectativas y en el que los padres han ejercido una gran presión en términos de los altos estándares que deben alcanzarse en el entorno escolar y deportivo.

Se le ha pedido a un niño que vaya más allá de los límites de lo que podría hacer en comparación con su edad y, por lo tanto, se sienta abrumado por los sentimientos de impotencia e inutilidad. Este sentimiento surge durante la infancia y persiste hasta la edad adulta.

Las personas que han sufrido este tipo de presión adulta se caracterizan por cierta rigidez mental, perfeccionismo y sed de poder. Para superar esta herida es necesario que como adultos trabajen en su rigidez, para recuperar la flexibilidad mental, y puedan aprender a confiar de los demás.

Conocer estas cinco heridas de la infancia hace posible completar el proceso de desarrollo de la personalidad, para que nos podamos volver más adaptables a las circunstancias de la vida y más saludables emocionalmente.

viernes, 5 de julio de 2019

EL MALTRATO INFANTIL MODIFICA LA ARQUITECTURA DE LA RED CORTICAL Y PUEDE AUMENTAR EL RIESGO DE CONSUMO DE DROGAS

EL MALTRATO INFANTIL MODIFICA LA ARQUITECTURA DE LA RED CORTICAL Y PUEDE AUMENTAR EL RIESGO DE CONSUMO DE DROGAS

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El maltrato infantil altera el desarrollo del cerebro del niño en formas que pueden aumentar su riesgo de consumir drogas y sufrir otros trastornos mentales en la edad adulta. En un estudio patrocinado por el NIDA, los investigadores descubrieron que los adultos jóvenes que habían sido maltratados en la niñez presentaban diferencias en nueve regiones corticales en comparación con quienes no habían sufrido maltrato. Las diferencias podrían comprometer las aptitudes socio-perceptuales básicas del grupo con antecedentes de maltrato, su capacidad de mantener un equilibrio saludable entre la introversión y la extroversión y la habilidad de autorregular sus emociones y conductas.

El Dr. Martin Teicher y sus colegas de McLean Hospital, Harvard Medical School y Northeastern University obtuvieron imágenes por resonancia magnética (MRI) de 265 adultos de entre 18 y 25 años. Basándose en las respuestas de los jóvenes a una serie de instrumentos de sondeo, entre ellos la entrevista de antecedentes traumáticos TAI (Traumatic Antecedents Interview) y el cuestionario de trauma en la infancia CTQ  (Childhood Trauma Questionnaire), los investigadores determinaron que 123 de ellos habían sufrido negligencia o abuso físico, emocional o sexual durante la infancia.

Los investigadores compararon las imágenes de resonancia magnética de los participantes maltratados con las de los 142 participantes que no habían sufrido maltrato. El análisis mostró que el maltrato estaba vinculado con alteraciones en la arquitectura de la red cortical que se evidenciaban en marcadas diferencias en la centralidad de nueve regiones cerebrales y en el conjunto de regiones que formaban el "club de ricos" de la red; la centralidad incluye una serie de medidas que indican la importancia relativa de una región cortical dentro de la red. El grado de centralidad es el número de conexiones directas que un nodo tiene con otros nodos. La intermediación refleja el número de veces que un nodo actúa como puente a lo largo del camino más corto entre otros dos nodos. La centralidad de vector propio es una medida más compleja de la importancia del nodo, similar al algoritmo de jerarquía de páginas que emplea Google. Las regiones con mayor centralidad ejercen más influencia en la comunicación dentro de la red que las regiones con menor centralidad; los “clubes de ricos” son núcleos neurales que conectan entre sí regiones corticales sumamente centralizadas (es decir, bien conectadas). Los clubes de ricos actúan como la columna vertebral de comunicación de la red.
Las regiones afectadas

Los cambios más grandes en conectividad vinculados con el maltrato se observaron en dos regiones que funcionan en forma conjunta para mediar en la percepción y la regulación de las emociones y los impulsos (ver la imagen). La ínsula anterior derecha, que participa en la integración y coordinación de la percatación subjetiva de necesidades urgentes y sentimientos internos—como los deseos o antojos—, apareció como una región centralizada y miembro del club de ricos en los participantes que habían sufrido maltrato pero no en el grupo de control. El cíngulo anterior izquierdo, que participa en la regulación de emociones e impulsos, fue una región altamente centralizada y miembro del club de ricos en el grupo de control pero no en quienes tenían antecedentes de maltrato.



Imagen. El maltrato infantil modifica la arquitectura de la red cortical En adultos jóvenes que habían sufrido maltrato durante la infancia, el cíngulo anterior izquierdo, una región del cerebro que participa en la regulación de emociones e impulsos (señalado con un círculo verde en las dos imágenes superiores), estaba conectado con menos regiones que en el caso de los adultos jóvenes que no habían sido maltratados. Los antecedentes de maltrato infantil estuvieron vinculados con mayor conectividad de la ínsula anterior derecha (círculos verdes, imágenes del centro) y el precúneo derecho (círculos verdes, imágenes inferiores), regiones del cerebro que participan en la percepción subjetiva de emociones y el pensamiento egocéntrico, respectivamente. Los círculos violetas son áreas con conexiones directas y los círculos azules son áreas con conexiones indirectas a las regiones índice.

"El aumento de centralidad de la ínsula anterior puede causar deseos más intensos de consumir drogas, lo que se suma a una menor comprensión de las consecuencias del consumo. La disminución de la centralidad del cíngulo anterior puede reducir la capacidad de controlar impulsos o tomar decisiones apropiadas basándose en resultados anteriores", dice el Dr. Teicher. "Esto indica que la conectividad cortical alterada en las personas que han sufrido maltrato puede aumentar marcadamente su riesgo de adicción si comienzan a consumir drogas".

Los investigadores también observaron que el precúneo derecho, una región asociada con el pensamiento egocéntrico, tenía alta centralidad y formaba parte del club de ricos en los participantes que habían sufrido maltrato, pero no en el grupo de control. En contraste, la circunvolución frontal media, que participa en la memoria funcional, la atención y el autoconocimiento presentó una disminución de centralidad entre los participantes maltratados. Esta región tampoco formaba parte de un club de ricos en dichos participantes, pero sí en el grupo de control. Quienes habían sufrido maltrato también mostraron menor centralidad, en comparación con quienes no lo habían sufrido, en: el lóbulo temporal, que es responsable de la atribución de pensamientos, intenciones o creencias a otros; el lóbulo occipital, que es responsable del procesamiento visual y la percepción consciente; la circunvolución parietal superior, que es responsable de la memoria funcional; la cisura y circunvolución precentral, que es responsable de la coordinación motriz y las percepciones sensoriales.
Los investigadores evaluaron la centralidad y determinaron la membresía en clubes de ricos midiendo el espesor de 112 áreas corticales con imágenes de resonancia magnética. Luego, calcularon el grado en el que las medidas del espesor entre las distintas regiones se correlacionaban entre las personas que habían sufrido maltrato y las del grupo de control. Las regiones que tienen una sólida correlación en su espesor están conectadas directamente por medio de conductos de fibras o están asociadas funcionalmente. Los investigadores utilizaron la teoría de gráficos para calcular las medidas de centralidad y membresía en clubes de ricos a partir de las correlaciones interregionales.

Las conclusiones del estudio sugieren que el maltrato infantil es un factor estresante grave que altera las trayectorias del desarrollo cerebral. Las regiones que participan en el monitoreo de la percepción o conciencia interna de las emociones se convierten en núcleos de actividad sumamente conectados y por lo tanto pueden ejercer mayor influencia en el comportamiento de una persona. Al mismo tiempo, las regiones que controlan los impulsos pierden conexiones y quedan relegadas a una labor menos central dentro de la red. Estos cambios pueden sentar las bases para que haya un mayor riesgo de consumo de drogas y otros trastornos de salud mental a lo largo de la vida.
Este estudio se realizó con el apoyo de los subsidios DA016934 y DA017846 de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH).
Fuente:
Teicher, M.H.; Anderson, C.M.; Ohashi, K. et al. Childhood maltreatment: altered network centrality of cingulate, precuneus, temporal pole and insula. Biological Psychiatry. 76(4):297-305, 2014.






















miércoles, 19 de junio de 2019

El declive del juego y el aumento de ansiedad y depresión infantil


El declive del juego y el aumento de ansiedad y depresión infantil

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Durante más de 50 años, el tiempo libre de los niños ha disminuido constantemente, lo que les está dificultando convertirse en adultos competentes.
¿Cuáles son tus recuerdos de infancia? ¿A que jugabas? Algunos de nosotros recordamos jugar al escondite, la comba, la rayuela, el pañuelo … Otros podréis recordar haber discutido sobre las reglas de cualquier juego de pelota o los turnos en la cuerda de saltar, o crear mundos imaginarios con las muñecas, construir cabañas, inventar juegos o disfrazarse.
Desde los largos días de verano hasta unas pocas y preciosas horas después de la escuela, es posible que el juego dirigido por niños haya ocupado gran parte de tu tiempo libre. Pero ¿qué pasa con tus hijos? ¿Son sus oportunidades para jugar iguales que las tuyas? Probablemente no. El tiempo de juego es escaso para los niños en estos días y las consecuencias pueden ser más serias de lo que muchas personas creen.
El declive del juego
Un artículo publicado en el American Journal of Play  detalla no solo cuánto tiempo ha disminuido el tiempo de juego libre de los niños, sino también cómo esta falta de juego está afectando a su desarrollo emocional, y provocando un aumento de la ansiedad, la depresión y los problemas de atención y autocontrol.
“Desde aproximadamente 1955 … el juego libre de los niños ha ido disminuyendo continuamente, en parte porque los adultos han ejercido un control cada vez mayor sobre sus actividades”, dice el autor Peter Gray, Ph.D., profesor de psicología (emérito) en Boston Universidad. Gray define el “juego libre” como el juego creado y auto dirigido, y es un fin en sí mismo, u no parte de alguna actividad organizada.
Gray describe este tipo de juego no estructurado, creado y elegido libremente, como un campo de prueba para la vida. Proporciona experiencias vitales críticas sin las cuales los niños pequeños no pueden convertirse en adultos seguros y competentes. El artículo de Gray está destinado a servir como una llamada de atención con respecto a los efectos del juego perdido, y cree que la falta de tiempo libre para jugar en la infancia es una gran pérdida que debe abordarse por el bien de nuestros niños y la sociedad.
¿Como estamos interfiriendo el juego de los niños?
Los padres que se acercan y se inmiscuyen en el juego de sus hijos son una gran parte del problema, según Gray.  “Es difícil encontrar grupos de niños al aire libre y, si los encuentras, es probable que usen uniformes y sigan las instrucciones de los entrenadores mientras sus padres observan y aplauden debidamente”.
Cita un estudio que evaluó la forma en que los niños de 6 a 8 años pasaron su tiempo en 1981 y nuevamente en 1997. Los investigadores encontraron que, en comparación con 1981, los niños en 1997 pasaban menos tiempo jugando y tenían menos tiempo libre. Pasaron un 18 por ciento más de tiempo en la escuela, 145 por ciento más de tiempo haciendo tareas escolare y 168 por ciento más de tiempo de compras con los padres. Los investigadores descubrieron que, incluyendo los juegos electrónicos, los niños en 1997 pasaban solo unas once horas por semana jugando. Hoy en día, ese tiempo ha disminuido nuevamente.
En otro estudio, se les pidió a las madres que compararan sus propios recuerdos de su tiempo de juego con los horarios actuales de sus hijos. El ochenta y cinco por ciento señaló que sus hijos jugaban al aire libre con menos frecuencia y durante períodos de tiempo más cortos que los que tenían. Las madres notaron que restringieron el juego al aire libre de sus propios hijos debido a preocupaciones de seguridad, un hecho que se hizo eco en otras encuestas en las que los padres mencionaron los secuestros de niños, el tráfico y el bullying de otros n niños como razones para restringir el juego al aire libre de sus hijos.
Otro problema, es nuestro mayor énfasis en la escolarización y en las actividades dirigidas por adultos. Los preescolares y los jardines de infancia se han orientado más hacia lo académico y muchas escuelas incluso han eliminado el recreo. No es que alguien se haya propuesto eliminar el tiempo de juego libre. Pero su valor no ha sido reconocido. Como resultado, el tiempo de juego libre de los niños no ha sido protegido.
Cinco maneras en las que el juego beneficia a los niños
Cuando los niños son protagonistas de su propio juego, eso les proporciona una base para su futura salud mental como niños mayores y adultos. Gray menciona cinco principales.
1. El juego da a las niñas la oportunidad de encontrar y desarrollar una conexión con sus propios intereses auto-identificados y autodirigidos.
“A medida que eligen las actividades libremente, los niños aprenden a dirigirse a sí mismos y buscan y desarrollan sus intereses de una manera que les pueda sostener durante toda la vida … en la escuela, los niños trabajan para las calificaciones y elogios, y en los deportes dirigidos por adultos, trabajan para los elogios y los trofeos … En el juego libre, los niños hacen lo que quieren hacer, y el aprendizaje y el crecimiento psicológico que se produce son consecuencias, no objetivos conscientes de la actividad “.
2. A través del juego los niños aprenden cómo tomar decisiones, resolver problemas, ejercer el autocontrol y respetar las reglas.
A medida que los niños dirigen libremente su propio juego y resuelven los problemas que surgen, deben ejercer control sobre sí mismos y, a veces, deben aceptar restricciones sobre su propio comportamiento y seguir las reglas si quieren ser aceptados y tener éxito en el juego.
Según Gray, cuando las niñas gestionan sus entornos físicos y sociales a través del juego, pueden adquirir una sensación de dominio sobre su mundo. Es este aspecto del juego el que ofrece enormes beneficios psicológicos, ayudando a proteger a los niños de la ansiedad y la depresión.
Los niños que no tienen la oportunidad de controlar sus propias acciones, hacer y seguir sus propias decisiones, resolver sus propios problemas y aprender a seguir reglas en el curso del juego, crecen sintiendo que no están en control de sus propias vidas y destino. Crecen sintiendo que dependen de la suerte y de la buena voluntad y los caprichos de los demás …
La ansiedad y la depresión a menudo ocurren cuando una persona siente una falta de control sobre su propia vida.  Aquellos que creen que dominan su propio destino son mucho menos propensos a sentirse ansiosos o deprimidos que aquellos que creen que son víctimas de circunstancias fuera de su control”. Gray cree que la pérdida del aprendizaje a través del juego sobre la capacidad de uno para ejercer el control sobre algunas circunstancias de la vida establece el escenario para la ansiedad y la depresión.
3. Las niñas aprenden a manejar sus emociones, incluyendo la ira y el miedo, durante el juego.
En el juego libre, los niños se ponen en situaciones físicas y sociales desafiantes y aprenden a controlar las emociones que surgen de estas situaciones de estrés. Hacen juegos de rol, se columpian, se deslizan y trepan a los árboles … y “tales actividades son divertidas en la medida en que son moderadamente atemorizantes … solo el niño sabe la dosis correcta”.
Gray sugiere que la reducción en la capacidad para regular las emociones puede ser un factor clave en el desarrollo de algunos trastornos de ansiedad. “Las personas que sufren trastornos de ansiedad describen la pérdida del control emocional como uno de sus mayores temores. Temen a su propio miedo y, por lo tanto, los pequeños grados de miedo generados por situaciones levemente amenazadoras conducen a un alto grado de miedo generado por el temor de la persona a perder el control . ” Los adultos que no tuvieron la oportunidad de experimentar y enfrentar situaciones emocionales moderadamente desafiantes durante el juego tienen más riesgo de sentirse ansiosos y abrumados por las situaciones que provocan emociones en la vida adulta.
4. Jugar ayuda a los niños a hacer amigos y aprender a llevarse bien con sus iguales.
El juego social es un medio natural para hacer amigos y aprender a tratarse de manera justa. Dado que el juego es voluntario y los compañeros de juego pueden abandonar el juego en cualquier momento si se sienten incómodos, los niños aprenden a estar conscientes de las necesidades de sus compañeros de juego e intentan que el juego sea satisfactorio para mantenerlo.  Gray cree que “aprender a llevarse bien y cooperar con otros como iguales puede ser la función evolutiva más crucial del juego social humano … y ese juego social es el medio natural de enseñar a los humanos que no son especiales. Incluso aquellos que son más hábiles en las acciones del juego … deben considerar las necesidades y los deseos de los demás iguales a los suyos, o los demás los excluirán “.
Gray cita el creciente aislamiento social como un posible precursor de la psicopatología y señala que la disminución en el juego puede ser “tanto una consecuencia como una causa del aumento del aislamiento social y la soledad en la cultura”.
5. Lo más importante, el juego es una fuente de felicidad.
Cuando se les pregunta a los niños sobre las actividades que les traen felicidad, dicen que son más felices cuando juegan con amigos que en cualquier otra situación. Quizás te sentiste así al recordar tus propias experiencias de juego de la infancia al principio de este artículo.
La pérdida de tiempo de juego como un doble golpe: no solo hemos quitado las alegrías del juego libre, sino que las hemos reemplazado con actividades emocionalmente estresantes. “Como sociedad, hemos llegado a la conclusión de que para proteger a los niños del peligro y educarlos, debemos privarlos de la actividad que los hace más felices y colocarlos por más horas en lugares donde están más o menos continuamente dirigidos y evaluado por adultos, entorno casi diseñado para producir ansiedad y depresión ” -afirma Gray.
Ha habido un aumento significativo en la ansiedad y la depresión desde 1950 hasta nuestros días en adolescentes y adultos jóvenes. Un estudio mostró cinco a ocho veces más niños y estudiantes universitarios con depresión depresión o ansiedad clínicamente significativa que hace 50 años, y otro documentó una tendencia similar en el grupo de edad de catorce a dieciséis años entre 1948 y 1989. 
En Estados Unidos, las tasas de suicidio en niños menores de quince años se cuadruplicaron de 1950 a 2005. En adolescentes y adultos jóvenes de 15 a 25 años, las tasas se duplicaron. Gray cree que la pérdida del juego libre no estructurado por jugar es el núcleo de esta observación alarmante y que, como sociedad, debemos reevaluar el papel del juego libre y los factores que parecen haberlo eliminado de la vida de nuestros hijos.

Cuando los padres se dan cuenta del importante papel que puede desempeñar el juego libre en el desarrollo de niños y adultos emocionalmente sanos, es posible que deseen volver a evaluar las prioridades que rigen la vida de sus hijos. Las necesidades de cuidado de niños, el éxito académico y atlético, y la seguridad de los niños son convincentes. Pero tal vez los padres pueden comenzar a identificar pequeños cambios, como horarios más abiertos, reducir actividades dirigidas y, posiblemente, un poco menos de supervisión en el patio de recreo haría que el péndulo vuelva a la dirección de niños libres e imaginativos.
Esther Entin es médico pediatra y profesora asociaciada de Medicina Familia en la Facultad de Medicina de Brown University (Rhode Island, USA).

¿Cómo afecta la TV (tablet, móvil…) al cerebro de mi bebé y su aprendizaje?


¿Cómo afecta la TV (tablet, móvil…) al cerebro de mi bebé y su aprendizaje?



Tenemos que correr la voz. Estos son unos pocos hechos sobre las pantallas y el aprendizaje temprano:

-        Las experiencias tempranas condicionan la mente. Las conexiones entre las células cerebrales cambian según las experiencias que tienen nuestros hijos, mientras que su cerebro se triplica en tamaño entre el nacimiento y los 3 años.
-        La iniciación de la televisión (y tablet) es ahora (en promedio) 4 meses de edad.
-        La exposición prolongada a cambios rápidos de imagen (como en un programa de televisión diseñado para un bebé) durante períodos críticos del desarrollo del cerebro puede precondicionar la mente para esperar altos niveles de estimulación. Esto puede hacer que el ritmo de la vida real no sea capaz de mantener la atención de nuestros hijos. Cuantas más horas un niño vea la televisión, más probable será que tengan problemas de atención más adelante en la vida.  El juego real y lçLa estimulación cognitiva (leer libros o ir a un museo) reduce la probabilidad de problemas de atención en el futuro.
-        El contenido de lo que ve su hijo en la televisión importa: cuanto más frenético o violento sea el programa de televisión, es más probable que su hijo tenga problemas de atención más adelante en la vida. Los programas de televisión que se mueven a un ritmo típico pueden ser mucho mejores para nuestros niños.
-        Exceso de TV y pantallas retrasa la adquisición del habla.
-        Cuanta más TV, peor desarrollo de la inteligencia social
-        Los nuevos estudios (utilizando ratones) pueden demostrar que el aprendizaje se ve afectado por el exceso de televisión.
-        Cuantas más horas de pantallas al día, mayor el riesgo de obesidad.
-        Necesitamos más juegos en la vida real para los niños. (¡Salgan al bosque o al parque!)
-        Sugeriría que los 15 minutos más o menos que se tardan en ver este video podrían cambiar profundamente tu forma de pensar acerca de la televisión. Directamente de la boca de un padre, pediatra e investigador, el Dr. Dimitri Christakis explica cómo se desarrolla el cerebro, qué puede hacer la televisión y teoriza por qué el tiempo suficiente frente al televisor como bebé y / o niño pequeño puede reorganizar la forma en que un niño piensa y resuelve problemas. Más que nada, ver esto me hizo querer invertir el tiempo y volver para hacer aún más por mis niños pequeños y sus cerebros en desarrollo.


Wendy Sue Swanson es pediatra y experta en bioética

Los abrazos activan la química cerebral del bienestar, la calma y la alegría, a corto y largo plazo


Los abrazos activan la química cerebral del bienestar, la calma y la alegría, a corto y largo plazo


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Los niños “tocan base” cuando están corriendo alegremente y, de repente, se sientan en el regazo de mamá o de papá, se apoyan en ellos o buscan algún tipo de contacto. Esta actitud puede durar segundos, o apenas unos minutos. Enseguida vuelven a sus juegos. Esto se llama “reabastecimiento emocional” y sirve para crear un precioso equilibrio químico en sus cerebros. Si tu hija o hijo se comporta así contigo, te hace un gran cumplido: te considera una fuente natural de opioides cerebrales.

Tanto nuestro cuerpo como nuestro cerebro secretan hormonas, poderosas sustancias químicas que nos pueden hacer sentir muy bien o muy mal. Normalmente, pensamos en las hormonas solo en relación con nuestra sexualidad, pero existen muchos tipos que nos afectan de muchas maneras en nuestros sentimientos, percepciones y comportamientos.

Un paraíso hormonal

father and daughter La neurocientífica Candace Pert afirma: “Cada uno de nosotros tiene su propia farmacia de lujo al precio más económico, que produce todos los medicamentos que podemos necesitar para el buen funcionamiento del cuerpo y la mente”. Las hormonas y sustancias que nuestros cuerpos y cerebros producen nos permiten prosperar. El problema es que, por culpa del estrés en la infancia, mucha gente nunca encuentra los medicamentos más sofisticados de la “farmacia de la mente”.

Cuando en el cerebro predominan los opioides y la oxitocina, el mundo es un lugar cálido y acogedor.
Cuando se activan conjuntamente estas sustancias neuroquimicas nos pueden generar la más profunda sensación de calma y satifacción, y la capacidad de hacer frente a todas las tensiones de la vida. Si proporcionas a tu hijo muchas experiencias tempranas de sosiego afectuoso, conocerá el repetido predominio de los opioides y la oxitocina en su cerebro. Se sentirá seguro, tranquilo y amado. Será más capaz de:

-        saborear las experiencias
-        disfrutar del momento
-        seguir adelante sin aferrarse a las situaciones

Si experimenta esos estados neuroquimicos regularmente, saludará al mundo con interés y regocijo, y no con miedo y recelo. Es más, al mismo tiempo reunirá fuerzas para hacer frente eficazmente a los momentos dolorosos y estresantes de la vida, que ningún ser humano puede evitar.

Un infierno hormonal

Si un niño experimenta a menudo miedo y rabia en la infancia, sentimientos que pueden derivar de un estilo de crianza estricto que conlleva gritos, ordenes, críticas y expresiones faciales iracundas, la secreción de opioides y oxitocina puede quedar bloqueada en su cerebro.  Sin el alivio de la calma, el consuelo y el cálido afecto físico, su cuerpo y su cerebro se acostumbrarán a unos niveles altos de cortisol, adrenalina y noradrenalina, sustancias químicas que producen las glándulas adrenales en los momentos de estrés. Como resultado, el niño se puede sentir amenazado e inseguro en todo momento.

Cuando el cuerpo y el cerebro contienen elevados niveles de la hormona cortisol durante largas épocas, el mundo se convierte en un lugar hostil.

El alto nivel de cortisol nos hace sentir abrumados, temerosos y desdichados, tiñe nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones con una sensación de amenaza o terror inminente, como si todos nuestros actos fueran demasiado graves.

También la adrenalina y la noradrenalina pueden incidir fuertemente en nuestro estado de ánimo. Obligan al corazón a latir con más fuerza, al hígado, a secretar glucosa, a los tejidos adiposos, a liberar sustancias grasas y a los músculos, a movilizar las reservas energéticas. Cuando se encuentran en sus niveles óptimos, estas hormonas nos mantienen alerta y con la mente despejada; sin embargo, como el cortisol, cuando se activan en exceso nos producen ansiedad, enfado o ambas cosas. No podemos desprendernos de una sensación de amenaza. Las investigaciones demuestran que las experiencias infantil más tempranas determinan en gran medida si se verán regularmente afectados por elevados niveles de sustancias estresantes cuando sean mayores.  En este caso, la persona vivirá un infierno en la tierra, un estado persistente de hiperexcitación. Se sentirá amenazada gran parte del tiempo. Por desgracia, esa sensación de inseguridad se puede convertir en su forma de entenderse a sí misma y a los demás. Como resultado, vivirá en un estado crónico de desconfianza y adoptará una de estas dos posturas fundamentales: huirá de la vida o librará una guerra contra ella.

El contacto físico libera oxitocina, la hormona del amor, la calma y la sanación

No podemos inyectar oxitocina a los niños y adultos, porque la sustancia no viaja al cerebro. Tampoco la podemos administrar por vía oral. ¡Solo el cálido contacto humano puede activar en el cerebro la liberación de estas sustancias!  Si queremos que los niños sean capaces de sentirse tranquilos y seguros en el mundo, debemos asegurarnos de que el contacto físico reconfortante y el consuelo físico cuando hay estrés formen parte integral de su vida.

Cualquier tipo de contacto físico cálido entre padres e hijos tiene efectos positivos
Los abrazos y los mimos, los pequeños apretones afectuosos, los masajes infantiles y dormir en los brazos de mamá tienen un efecto maravilloso en los pequeños. Todos estos momentos compartidos con una madre o un padre afectuoso activan los opioides y la oxitocina en el cerebro infantil. Cuando el niño reposa junto a una madre tranquila, habrá una cascada de oxitocina y opioides en su cerebro. Esto será delicioso y satisfactorio para ambos. Para que esto ocurra, es importante que la madre esté relajada. Hay que controlar los estados de ánimo, porque estar junto a la niña o el niño estando ansiosa o tensa provocará en ella o él la secreción de sustancias químicas estresantes.

No olvides mimar a los mayores de cinco años tanto como a los bebés

Los asombrosos efectos del contacto físico en el cerebro son también poderosos en los niños mayores. Es más, si sigues la costumbre de mimarles hasta la adolescencia (mientras te lo permita, desde luego), habrá muchas menos tensiones entre vosotros cuando sea adolescente. Es así porque la oxitocina activada por los mimos conservará el lazo opioide y la relación de confianza durante mucho más tiempo.

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Dra. Margot Sunderland
Psicologa infantil
Centre for Child Mental Health, London
Extraído de:  La ciencia de ser padres

martes, 4 de junio de 2019

10 maneras de enseñar la empatía a tus hijos según expertos


10 maneras de enseñar la empatía a tus hijos según expertos

¿Qué es la empatía? Simplemente es ponerse en el lugar de alguien más. Es entender cómo se siente otra persona y responder con acciones que pueden ayudar a eliminar su angustia. Algunos niños pueden tener dificultades para aprender compasión y, por lo tanto, es fundamental enseñárselo. ¿Cómo haces esto?


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Empatía en los niños


Estrategias para enseñar la empatía a tus hijos

1.    Habla con tus hijos sobre los mecanismos de compromiso moral

Según investigaciones, se puede convencer a la persona promedio que está bien adaptada para que dañe a otras personas, incluso a través de la tortura, siempre que se le ofrezcan las razones adecuadas. En un estudio, se informó a los participantes que estaban participando en un experimento de aprendizaje que los necesitaba para administrar agonizantes y fuertes conmociones a otras personas.

El experimento fue falso y la persona que “recibió la tortura”, era un actor que fingió estar en agonía después de que los sujetos presionaran un botón. Los sujetos fueron instados por una persona mayor en una bata de laboratorio para llevar a cabo la tortura, y lo hicieron.

Por lo tanto, con una justificación adecuada, las personas decentes son capaces de desacoplar sus respuestas morales. Los niños también pueden hacerlo. Si se les enseña a los niños sobre la compasión, es fundamental que aprendan sobre esta investigación.

Necesitan aprender los tipos de razonamientos que usan los individuos para excusar su comportamiento cruel o insensible. Una razón popular es la tendencia a ver a los individuos de otros grupos como menos merecedores de compasión y respeto, o menos humanos.

2.    Educar a los niños sobre las fallas de la imaginación

Muchas personas han salido de excursión y se han decepcionado porque no se han preparado bien para ello. No sabían cuán cansados, sedientos, hambrientos o en medio del frío iban a estar. Según estudios, esto se conoce como la “brecha de empatía frío-caliente”, que es un problema global.

Cuando las personas son seguras, tranquilas y cómodas, no recuerdan cómo enfrentar los desafíos. Olvidan lo desesperados que pueden sentirse cuando están expuestos al dolor, el insomnio, el hambre y la sed. También subestiman el potencial de los estados emocionales, como el miedo.

La brecha de empatía frío-caliente resulta en fallas de compasión y errores de juicio. Sin embargo, una vez que comprendes el funcionamiento de la brecha de empatía frío-caliente, puedes usarla para enseñar empatía a sus hijos.

Por ejemplo, cuando hables con tus hijos sobre sus sentimientos dolorosos, puedes ofrecer casos de otras personas que han enfrentado el mismo sufrimiento. Esto ayudará al niño a sentir que reconoces sus sentimientos.

3.    Ayuda a los niños a desarrollar un sentido moral basado en el autocontrol interno

Los niños son populares por ser espontáneamente simpáticos y serviciales. Sin embargo, investigaciones muestran que los niños pueden tener menos probabilidades de ser comprensivos si son recompensados materialmente por hacerlo.

Otros estudios revelan que los niños tienen una mayor probabilidad de desarrollar un sentido del bien y el mal cuando sus padres o tutores utilizan la disciplina inductiva, un enfoque que se centra en las consecuencias morales y las explicaciones racionales. Esto es a diferencia de los castigos de mano dura y las reglas arbitrarias.

Por ejemplo, los niños tienen una mayor probabilidad de internalizar los principios morales cuando sus padres discuten con ellos cómo el mal puede afectar a otras personas. Esto induce sentimientos de responsabilidad y compasión.

4.    Enseña a tus hijos cómo expresar otras emociones de las personas

Según estudios, los movimientos de creación de expresiones faciales pueden hacerte sentir la emoción relacionada. Cuando los participantes imitaron expresiones faciales particulares, los científicos notaron algunos ajustes en la actividad cerebral que son característicos de la emoción relacionada.

Las personas también experimentan cambios apropiados para la emoción en la temperatura corporal, la conductancia de la piel y la frecuencia cardíaca. Por lo tanto, es posible mejorar la compasión de tus hijos enseñándoles a imitar las expresiones faciales de las personas con las que quieren empatizar.

5.    Ayuda a mejorar sus habilidades de lectura facial para desarrollar la empatía

Es difícil ser empático si leer las caras es un problema. Algunos niños, especialmente los preescolares, suelen malinterpretar las expresiones faciales.

Por lo tanto, puedes mostrarles imágenes de personas que revelan diversas emociones, como el disgusto, la sorpresa, la ira, la felicidad, el miedo y la tristeza, y enseñarles lo que significan. Esto ayudará a resolver los problemas sociales que enfrentan debido a la incapacidad para leer las caras.

6.    Enseña a los niños la compasión para promover la empatía cognitiva

El juego de roles y la literatura pueden ofrecer a los niños ideas sobre otras perspectivas y mentes. Pero tendrás que enseñarles sentimientos de angustia personal y cómo evitar sentirse abrumado por la compasión afectiva.

De acuerdo con investigaciones, las prácticas particulares de meditación, incluida la meditación por compasión y la meditación de atención plena, pueden ayudar con este problema. Por ejemplo, en los estudios de entrenamiento compasivo, los sujetos visualizan su pasado y lo asocian con sentimientos de cuidado y calidez.

Para mantener la concentración, repiten frases tales como “puedo estar seguro” y “la compasión me protege”.

7.    Utiliza el juego de los roles y la literatura para fomentar la empatía cognitiva

La palabra empatía significa compartir las emociones de alguien más. Sin embargo, compartir emociones puede hacer que desees dar un paso atrás, especialmente cuando encuentras a alguien con angustia o dolor.

Incluso cuando te resistes a este impulso, lo que sientes puede distraerte de juzgar adecuadamente las necesidades de la víctima. Por lo tanto, para ser grandes ayudantes, los niños no solo necesitan compasión afectiva, sino también compasión cognitiva.

La compasión cognitiva es la capacidad de tomar la perspectiva de la víctima e imaginar las acciones que podrían hacer que se sientan mejor. Este proceso resulta en juicios más precisos.

Según estudios, las personas que tienen una alta simpatía cognitiva no retroceden cuando ven angustia en otras personas. Son mejores en ofrecer ayuda como respuesta.

Las narraciones de la vida real y las historias de ficción ofrecen una buena oportunidad para enseñar compasión a un niño. Cuando los niños comprendan los pensamientos, creencias, deseos y sentimientos de los personajes, aprenderán cómo funcionan las mentes de los demás.

Otros estudios revelan que el juego de roles es importante para enseñar empatía. Cuando los niños se ubican en situaciones de otros, es más probable que sean compasivos con estas personas.

8.    Ayuda a los niños a conocer las similitudes que comparten con otras personas

Los adultos son más compasivos con las personas con quienes comparten cosas en común. También pueden sentir simpatía hacia una persona que conocen fácilmente. Según la investigación, los niños experimentan los mismos prejuicios.

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Por lo tanto, para enseñar a tus hijos la compasión, hazles conscientes de las similitudes que comparten con los demás. Además, pídeles que salgan e interactúen con personas de diversos orígenes y descubran cómo es la vida en lugares distantes.

Las conversaciones pueden ayudar a los niños a aprender a ser compasivos, pero los niños están más influenciados por las acciones de otras personas que por lo que dicen. Según investigaciones, la falta de compasión por los miembros de otros grupos ha sido promovida por la falta de interacción con estos miembros.

Los estudios también han demostrado que las instituciones educativas mejoran la compasión en los estudiantes cuando promueven el multiculturalismo. El multiculturalismo es una actitud cálida e inclusiva con respecto a la diversidad cultural. Además, esta compasión mejorada se relaciona con una mayor felicidad y con el logro académico.

9.    Ofrece apoyo a los niños para el desarrollo de habilidades de autorregulación

Sentir el dolor de alguien más no es agradable. Por lo tanto, no debes sorprenderte cuando un niño retrocede cuando lo experimenta. Los niños tienen una mayor probabilidad de superar este impulso cuando poseen habilidades sólidas de autorregulación y se sienten seguros.

Por ejemplo, cuando los niños tienen relaciones seguras de apego con sus cuidadores, saben que pueden contar con ellos para recibir apoyo físico y emocional. Estos niños tienen una mayor probabilidad de simpatizar y ofrecer ayuda a las personas angustiadas.

Además, los niños que son excelentes para regular sus emociones adversas tienen una tendencia a mostrar una mayor compasión por los demás. Por lo tanto, la compasión se puede fomentar a través del entrenamiento emocional. Esto significa reconocer el sentimiento negativo de tus hijos en lugar de descartarlo.

También debes participar en conversaciones con tus hijos sobre las causas y los impactos de las emociones. Debes buscar formas constructivas que puedan usar para manejar sus sentimientos negativos.

10.  Induce y modela sentimientos amables para otras personas

En caso de que veas a una persona angustiada, ya sea en la televisión o en la vida real, habla con tus hijos sobre lo que esa persona podría estar sintiendo. Incluso una pequeña conversación podría ayudar.

Por ejemplo, en un estudio sobre niños en edad escolar holandeses de entre 8 y 13 años, se presentaron a los niños escenarios hipotéticos relacionados con la escuela.

En cierto escenario, un niño mostró menos disposición para ayudar a sus compañeros de clase cuando no eran sus amigos, a pesar de que la angustia era crítica. Pero cuando se les pidió a los niños que pensaran primero en las emociones del tema del escenario, mostraron una buena disposición para ayudar a aquellos que no eran sus amigos.

Notas finales
Un niño que aprende empatía a una edad temprana rápidamente se vuelve emocionalmente inteligente. Ya sea en la escuela o en el trabajo, podrán responder a los escenarios de manera que fomenten las buenas relaciones con sus compañeros y autoridad.

La falta de enseñanza de la empatía a los niños, especialmente cuando carecen de ella, puede resultar en una vida desafiante. Cuando crezcan, tendrán dificultades para mantener relaciones. También tendrán dificultades en el trabajo y la escuela, ya que podrán no relacionarse bien con los demás.

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